“Que la Iglesia declare y muestre a Cristo juntos”: Lausana 4 en Incheon, Corea del Sur

Ayer, domingo 22 de septiembre, se inauguró el Cuarto Congreso de Lausana sobre la Evangelización Mundial (Lausana 4) en Incheon, Corea del Sur, reuniendo a unos 5.000 participantes de casi todas las naciones del mundo, entre ellos, una representación venezolana en las figuras de nuestro Presidente, Pr. César Mermejo, Primer Vicepresidente, Pr. José Piñero, y delegados de diversas organizaciones miembros del CEV, como la Convención Nacional Baustista de Venezuela (CNBV), Federación de Iglesias Mizpa de Venezuela (Fedim), Pastoreo de Pastoreo, entre otros.

Presentado como el evento más grande y diverso en la historia del evangelicalismo, Lausana 4 busca abordar los desafíos y brechas en los esfuerzos de la Iglesia para cumplir con la Gran Comisión: alcanzar al mundo para Jesucristo. Celebrado del 22 al 28 de septiembre, marca el 50º aniversario desde que se llevó a cabo el primer congreso global sobre evangelización mundial en la ciudad de Lausana, Suiza, en 1974.

Y al igual que en Lausana 1, el Cuarto Congreso comenzó reconociendo los fracasos de la Iglesia en su testimonio al mundo en la voz del Dr. Michael Oh, Director Ejecutivo Global del Movimiento de Lausana, en su discurso inaugural al decir “50 años después (del primer Congreso de Lausana), nos sentimos humildes y reconocemos que todavía tenemos un testimonio defectuoso en el mundo y una misión defectuosa hacia el mundo”.

Haciendo eco del llamado al arrepentimiento en Lausana 1, liderado por el fallecido Rev. Billy Graham, Oh lamentó que “50 años después sigue habiendo una necesidad de arrepentimiento por nuestros fracasos”.

La reputación de la novia de Cristo en muchos lugares del mundo no es buena. En lugar de que la gente tropiece con el mensaje del Evangelio, como vemos en Romanos 9, demasiados están tropezando con los mensajeros. Demasiados escándalos de orgullo, poder e impureza han robado a la Iglesia y han comprometido nuestro testimonio”, dijo. A su vez, el auge de las redes sociales también ha significado que estos fracasos sean “más públicos y profundamente sentidos y vistos a nivel mundial como nunca antes”.

Por otro lado, aunque se celebra el progreso de las últimas décadas en el alcance de miles de grupos de personas no alcanzadas y el crecimiento de la Iglesia en África, Asia y América Latina, comúnmente descritos como el Mundo Mayoritario o el Sur Global, Oh destacó que este crecimiento ocurre en el contexto de un crecimiento poblacional explosivo en general. Esto significa que en lugar de ver una “aceleración en compartir el Evangelio”, la trayectoria muestra una “desaceleración”.

Tanto la desaceleración del crecimiento como la reputación manchada de la Iglesia inspiraron el lema del Congreso: “que la Iglesia declare y muestre a Cristo juntos”, afirmó.

A pesar de los fracasos, su discurso adoptó un tono esperanzador para el Congreso, diciendo que “tenemos todas las razones […] para estar confiados al reunirnos. Primero por el Evangelio y segundo por la estrategia de Dios”. El plan de Dios para alcanzar al mundo se logra a través del pueblo de Dios, dijo Oh y resaltó a los participantes: “Por eso están aquí”.

Luego enfatizó “las cuatro palabras más peligrosas en la Iglesia global hoy. No son «Tú no me gustas», como algunos podrían pensar. En cambio, son «Yo no te necesito»”.

Se refirió al pasaje de 1 Corintios 12, donde el apóstol Pablo usa la imagen del cuerpo de Cristo para advertir a los creyentes que, así como un ojo no puede decirle a la mano “No te necesito”, ningún creyente puede decirle a otro que no lo necesita.

Estamos tan enfocados en nosotros mismos, tan seguros de nosotros mismos, tan autosuficientes y tal vez directamente egoístas, que no vemos la necesidad de una ventaja competitiva en trabajar con otros: otros ministerios, otros negocios, otras escuelas, otras denominaciones o partes del cuerpo. Esto ha llevado al aislamiento en los ministerios, la competencia entre ministerios, peleas por recursos financieros y, en última instancia, a la ineficacia y fealdad del cuerpo de Cristo, y una de las principales razones de la ineficacia del cuerpo es la incapacidad de incorporar a todo el cuerpo en la misión de Dios”, lamentó Oh.

Seguidamente, habló sobre la importancia del 99% de la Iglesia que no trabaja directamente en el ministerio como misioneros o pastores, pero que están llamados a ser testigos del evangelio en el “mercado”. Ya sean profesores, médicos, ingenieros o maestros, están llamados a ser fieles en seguir a Jesucristo y compartir el evangelio con quienes los rodean.

También hizo un llamado a una mayor colaboración, un tema que definió el formato del Congreso como un espacio interactivo donde se invita a cada participante, tanto presencial como virtual, a contribuir no solo con sus pensamientos sino también con lo que tienen para ofrecer en términos de dones y ministerio.

Volviendo al tema del Congreso, Oh hizo un llamado a una mayor unidad como los caminos que llevarán a un testimonio más fuerte ante el mundo, diciendo:

“En nuestro mundo actual, quizás se ha vuelto más difícil declarar a Cristo porque no hemos mostrado a Cristo de manera efectiva. Pero si somos capaces de mostrar a Cristo de manera hermosa como la Iglesia global, nuestra declaración de Cristo será más efectiva”.

Publicado originalmente en Diario Cristiano Internacional. Reescrito por el equipo de Comunicaciones CEV.

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Declaración de Fe del Consejo Evangélico de Venezuela

  • 1. Afirmamos nuestra fe en un solo Dios eterno, como creador, y Señor del mundo. Confesamos la soberanía y gracia de Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo, en creación, providencia, revelación, redención y juicio final (Salmo 145:1- 3; 1 ª Juan 5: 1-8; Romanos 15: 4-6).
 
  • 2. Creemos en la divina inspiración de los sesenta y seis (66) libros que componen la Biblia, la fidelidad y autoridad de todas las escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento como la única palabra escrita de Dios, sin error en todo lo que afirma y la única norma infalible de fe y conducta (Isaías 40:6; Salmos 19:7,8; Romanos 7:12; Marcos 7:6-8; Hebreos 1:1,2; Apocalipsis 22: 18,19, 2ª Timoteo 3: 16,17; 4: 112).
 
  • 3. Confesamos con vergüenza, la pecaminosidad y la culpabilidad universal del hombre caído, haciéndolo objeto de la ira de Dios y su condenación, pero también haciéndolo objeto de su amor y misericordia eternos (Salmo 9:17; Romanos 2:4-9; 3:23; Santiago 2: 9,10; 1ª Juan 3:4; Apocalipsis 21:8; Mateo 25: 41-46; 2ª Pedro 2:4-6; Juan 3:16).
 
  • 4. Creemos que hay un solo Salvador y un solo Evangelio. Creemos en la concepción virginal y el sacrificio sustitutivo del Hijo de Dios encarnado, Jesucristo, como la única y suficiente base de redención de la culpabilidad y poder del pecado y sus eternas consecuencias (Lucas 1:26-38; Romanos 4:25; 8:23; 1ª Pedro 3:18; Mateo 20:28; 1ª Timoteo 2:5,6; Tito 2:14; Gálatas 3:13; Hebreos 7:15-17, 24-28).
 
  • 5. Creemos que la justificación del pecador es sólo por la gracia de Dios, por la fe de Jesucristo crucificado y resucitado de los muertos (Juan 3:16; 5:24; Romanos 5: 1-10; Efesios 2: 15-18; Gálatas 2: 16).
 
  • 6. Creemos en la obra iluminadora, regeneradora y santificadora de Dios el Espíritu Santo. El Padre envió a su Espíritu para dar testimonio de su hijo. Sin el testimonio de Él, nuestro testimonio es en vano. La convicción de pecado, la fe en Cristo, el nuevo nacimiento y el crecimiento cristiano sobre todo obra suya (Juan 3:5-8; 14:26; 16:8-11; Romanos 8: 15,16; 9:8; 1ª Corintios 3: 16; 6: 19; Efesios 1: 13,14).
 
  • 7. Creemos que la iglesia está en el corazón mismo del propósito cósmico de Dios y es el instrumento que Él ha designado para la difusión del Evangelio. La iglesia es la comunidad del pueblo de Dios. Todos los santos en comunión y ejerciendo el sacerdocio bajo la cabeza que es nuestro Señor Jesucristo, para cumplir con su mandato de predicar el Evangelio a todo el mundo (1ª Pedro 2:5-9; Apocalipsis1:6; 5: 10; 20:6).
 
  • 8. Creemos que el Señor Jesucristo, regresará en forma personal y visible, en poder y gloria, para consumar su salvación y juicio (Mateo 25:31-34,41; 1ª Tesalonicenses 1:7-10).